ANTONI ESTEVADEORDAL*
Gerente del Sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo
El pasado 5 de octubre se anunció el cierre de las negociaciones sobre el Acuerdo de Asociación Transpacífico (también conocido como “TPP” por sus siglas en inglés), suscripto por doce países (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) que en su conjunto representan el 40% del PBI mundial, el 26% del comercio internacional y el 10% de la población global. El acuerdo incluye no sólo medidas tradicionales como la reducción de tarifas o eliminación de cuotas, sino también cuestiones de cooperación regulatoria, defensa de la competencia, facilitación del comercio, apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), promoción de inversiones en productos y servicios innovadores (incluyendo las tecnologías digitales), estándares sanitarios y fitosanitarios más altos, derechos laborales, medioambiente, protección de la propiedad intelectual, compras públicas, servicios, y telecomunicaciones, entre otros. En caso de ser ratificado, el TPP representa el acuerdo comercial más importante a nivel global desde la conclusión de la Ronda Uruguay de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1994.
En los últimos años, la región de Asia-Pacífico se ha convertido en un motor clave del crecimiento económico mundial y la eventual entrada en vigencia del TPP tendrá importantes implicancias para América Latina y el Caribe (ALC). Por un lado, el TPP ofrece una gran oportunidad para expandir los vínculos de comercio e inversión para las economías participantes y potenciar el rol del sector privado de ALC en las dinámicas cadenas de suministro y de valor vinculadas a Asia. Por otro lado, el TPP presenta importantes desafíos para toda la región, ya que deberá realizar las reformas e inversiones necesarias para fortalecer la competitividad de sus economías y aprovechar las oportunidades que presenta el acuerdo.
Oportunidades y desafíos para los países de la región
En el caso de Chile, el TPP le podría permitir al país aumentar sus cuotas de acceso a mercados como Canadá, Japón, Malasia y Vietnam, aprovechando sus ventajas estratégicas en el rubro alimentos (especialmente en los sectores agroindustrial, lácteo y pecuario) y en el rubro forestal. Además, Chile podría diversificar su oferta exportable aprovechando las reglas de origen del acuerdo. En este sentido, por ejemplo, el sector empresarial en Chile ya ha identificado el potencial de explotar el sector metalmecánico donde las empresas chilenas podrían obtener insumos y componentes de países del TPP e incorporarlos a sus productos de exportación, beneficiándose así de las preferencias arancelarias. Asimismo, el TPP podría facilitar la diversificación de mercados para las exportaciones de frutas de Chile, sector que también se vería beneficiado por un mecanismo de solución de controversias más robusto para tratar barreras fitosanitarias.
Para México, el TPP representa nuevas oportunidades de negocio para el sector productivo, especialmente en los mercados de Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, y permitiría profundizar las preferencias de acceso al mercado de Japón. En ese sentido, gracias al TPP México espera aumentar sus exportaciones en 150,000 millones de dólares en cinco años y los sectores mayormente beneficiados serían: automotriz; eléctrico; electrónico; agroindustrial; químico; acerero; perfumería; y cosméticos. Por otra parte, el TPP podría fortalecer la integración de las cadenas productivas de México relacionadas con Estados Unidos y Canadá orientadas al mercado asiático.
Con relación a Perú, el TPP amplía el acceso a cinco nuevos mercados con los cuales el país hasta ahora no tenía un acuerdo comercial (Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda y Vietnam). Asimismo, el TPP profundiza las preferencias arancelarias del Perú con Japón y Canadá, representando esto una oportunidad especialmente importante para sus productos agrícolas. Por otra parte, se prevé que el TPP impulsará las exportaciones no tradicionales del Perú en los sectores de agroindustria, pesca, manufactura, confecciones de algodón y alpaca, y manufacturas diversas.
El TPP no solo tendrá un impacto en las economías de la región que participan en él, sino también en aquellas que no son parte. Varios países de Centroamérica, al igual que República Dominicana y Haití, podrían ver afectados uno de sus principales rubros de exportación (textiles e indumentaria) debido al incremento de la competencia por parte de Vietnam, el segundo mayor exportador para el mercado de Estados Unidos en dicho sector. Sin embargo, los efectos sobre el mercado centroamericano no serán tan graves como dicen muchos críticos. En primer lugar, el acuerdo probablemente tendrá “phase-outs” arancelarias muy largos (de 12 a 15 años). En segundo lugar, si el TPP incluye una norma “yarn forward” (de uso común en los acuerdos de los Estados Unidos), no todas las exportaciones vietnamitas recibirán la entrada libre de impuesto en los EE.UU. Además, las exportaciones centroamericanas todavía tienen ventajas comparativas en la proximidad geográfica a los EE.UU y menores costos de transporte. Si los exportadores centroamericanos invierten en la ampliación y en la mejora de sus capacidades de producción podrán fortalecer su competitividad. Para el caso de Haití y República Dominicana específicamente, el gobierno de los Estados Unidos recientemente extendió el programa ‘HOPE’ hasta el año 2025 por el cual las exportaciones de textiles de estos países podrán continuar beneficiándose de las preferencias comerciales otorgadas por el programa.
Por otra parte, la participación de los países del Mercosur en los mercados asiáticos podría enfrentar importantes desafíos dado que el TPP incluye a algunos países altamente competitivos (como Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda) con los que compite la oferta exportadora de la región. Además, el Mercosur podría enfrentar nuevas barreras debido a la armonización regulatoria relacionada con el comercio agrícola (patrones sanitarios y fitosanitarios) entre los países del TPP. Y en términos más generales, dado que el comercio internacional de bienes intermedios explica cada vez mas una mayor parte del intercambio mundial de mercaderías, la armonización de parámetros normativos entre los países del TPP, la simplificación de regulaciones de origen, una mayor eficiencia aduanera y todas las mejoras que se puedan fomentar a través de programas de cooperación tendrán un impacto positivo sobre este tipo de comercio entre los países signatarios. De no participar el Mercosur en este movimiento, la formación de las cadenas de producción podría inclinarse a favor de los mercados asiáticos y las empresas de los países que forman parte del TPP.
Por su parte, países como Colombia, Costa Rica y Panamá han expresado su interés en unirse al TPP. Aunque ésta es una posibilidad real, es probable que no vaya a ocurrir en el corto plazo. Si bien no es un requerimiento oficial, todos los miembros del TPP son miembros del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (“APEC” por sus siglas en inglés), y han expresado que las nuevas accesiones se centrará inicialmente en otros miembros de APEC. Asimismo, dado que dichos países actualmente presentan un déficit comercial con las principales economías asiáticas (China, Japón y Corea), el ingreso al TPP puede implicar un desafío adicional para el cual los países deben prepararse adecuadamente. No obstante, esos esfuerzos podrían ser compensados con las nuevas oportunidades de mercado que se presentan al poder integrarse más y crecer las cadenas de suministro regionales.
Expectativa por la ratificación de Estados Unidos
Para que el TPP entre en vigor, primero el acuerdo deberá ser ratificado por los países firmantes y para ello el acuerdo deberá pasar por la aprobación legislativa respectiva en cada país. Sin lugar a dudas, muchos países estarán atentos a la ratificación de Estados Unidos, la mayor economía del mundo. El TPP fue negociado por Estados Unidos haciendo uso de la “vía rápida” autorizada por el Congreso, por lo cual éste deberá aprobar o no el acuerdo en su conjunto, sin poder introducir modificaciones a su contenido. Una vez que el Presidente notifique al Congreso su intención de firmar el acuerdo, éste tendrá un plazo de 90 días para considerarlo. Se estima que el Congreso considerará la aprobación del TPP en el primer semestre de 2016, y teniendo en cuenta que habrá elecciones presidenciales en Noviembre de 2016, probablemente el trámite legislativo se verá influido por la coyuntura política marcada por la campaña presidencial.
El elefante en la habitación
Resulta importante destacar que el TPP no incluye a la economía más grande de Asia y la segunda mayor del mundo, China. Si bien China en un principio fue invitada a formar parte del TPP, no se lograron avances dada la necesidad de reformas que dicho país debería realizar en las áreas de propiedad intelectual, internet, regulación gubernamental, estándares medioambientales y laborales, y el rol de las empresas estatales. Resta por verse cómo se posicionará China frente a la entrada en vigencia del TPP. China tiene acuerdos comerciales con 15 países de la región de Asia-Pacífico, incluyendo la mitad de los países del TPP (Australia, Brunei, Chile, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) lo que le permite contar con algunas ventajas similares a las del TPP con algunos países. Por otro lado, China podría buscar tener un rol más proactivo en la región con el fin de continuar influyendo en los estándares y reglas de comercio e inversión, y evitar perder mercados frente al dinamismo generado entre los países del TPP.
Conclusiones
En contextos como el actual donde existe una desaceleración del crecimiento global, es una señal positiva que los países avancen hacia una mayor integración tal como hicieron los países del TPP. Esto es un elemento clave para aumentar los niveles de confianza del sector privado que permitan promover un mayor crecimiento económico y un aumento de la competitividad. Dado el gran impacto que podría tener el acuerdo, tanto por el alcance de sus reglas como por las economías que participan, la eventual ratificación del TPP puede representar implícitamente el establecimiento de un nuevo estándar global en las reglas del comercio internacional, negociado por fuera de la OMC, pero que seguramente repercutirá en las futuras deliberaciones de la Ronda de Doha.
Las dinámicas generadas por el TPP llaman a los países de ALC a redoblar sus esfuerzos para adoptar las reformas y realizar las inversiones necesarias que permitan aprovechar las oportunidades del comercio internacional y superar los desafíos que representa una economía global cada vez más integrada. Para ello, los gobiernos deben actuar conjuntamente con el sector privado para asegurar una acción coordinada y mejores flujos de información sobre las oportunidades existentes y futuras. Cuando la economía global retome un crecimiento sostenido, aquellos países de la región que hayan logrado generar mecanismos efectivos de diálogo y colaboración público-privada se encontrarán mejor posicionados para insertarse competitivamente y maximizar los beneficios del crecimiento.
*Antoni Estevadeordal, ciudadano español, se incorporó al Banco Interamericano de Desarrollo en 1993 y actualmente ocupa el cargo de gerente de Integración y Comercio. Es experto en política comercial, integración económica y cooperación regional en América Latina y el Caribe, Asia y Europa.
Artículo tomado de: http://americasbd.org/es/que-significa-el-tpp-para-america-latina-y-el-caribe/