El tema propuesto por el Gobierno del Presidente Varela, «Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación de las Américas», es todo un programa para la gobernanza de los países americanos así como para las relaciones hemisféricas y las del Hemisferio Americano con el resto de la Comunidad Internacional.
Esta comunidad se apresta a concordar sobre Objetivos para el Desarrollo Sostenible (2016-2030), se hace más evidente la centralidad del progreso para todos. La prosperidad con equidad no es mera utopía motivadora sino necesidad urgente. Se trata de un objetivo cuya consecución no es resultado de un clic sino que supone arduas tareas. Más aún requiere la convergencia de muchas voluntades.
Como lo señaló el Presidente en la Asamblea General de NNUU: “Desde hace 5 siglos, el istmo de Panamá ha servido como ruta de tránsito de las civilizaciones. Hoy, nuestro país sigue cumpliendo ese mismo rol (…) Esto hace que seamos un país de convergencia (…) Los panameños sentimos una gran responsabilidad de contribuir a la búsqueda de entendimientos para mantener la paz social, promover la seguridad internacional y unir esfuerzos para la solución de los problemas comunes que nos afectan”. Esas credenciales permiten confiar que el próximo abril, los mandatarios americanos propongan una estrategia realista para construir prosperidad con todos y para todos.
Una agenda de la prosperidad con equidad»que no es dádiva sino derecho- no puede prescindir de la principal herramienta que tiene el ser humano para construir su progreso personal y familiar: el trabajo. Prosperidad con equidad requiere de trabajo decente para todos.
En 2005, los Jefes de Estado y de Gobierno del Hemisferio declararon: “reafirmamos el papel fundamental que otorgamos a la creación de trabajo decente para cumplir con nuestros compromisos de enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática. Reconocemos una vez más el valor del trabajo como actividad que estructura y dignifica la vida de nuestros pueblos, como un instrumento eficaz de interacción social y un medio para la participación en las realizaciones de la sociedad” (Cumbre de Mar del Plata, 76).
Después de vivir las consecuencias de la crisis financiera de 2008 en la vida de la gente, está claro que no puede construirse prosperidad con equidad sin más y mejores empleos formales.
En una agenda hemisférica no puede prescindirse de las múltiples dimensiones de la migración laboral. No solo hacia el gran norte. En las Américas hay muchos nortes y muchos sures, incluso al interior de un mismo país.
El Director General de la OIT, G. Ryder, ha señalado recientemente: «La migración es un fenómeno de grandes dimensiones que está aumentando. Sus modelos son cada vez más complejos y su naturaleza está evolucionando. Todos coincidimos en que tiene el potencial para hacer un aporte considerable al crecimiento y el desarrollo. Lamentablemente, sigue estando asociada en demasiados casos con el trato inaceptable y el abuso de algunas personas, mujeres y hombres entre los más vulnerables en nuestros mercados de trabajo». Por eso hoy, la OIT propone una Migración Equitativa, que es la que puede ayudar a construir la prosperidad que se necesita.
Como lo ha dicho la Vicepresidenta de Panamá: “El desarrollo no solo es cuestión de cifras, sino de personas». A lo cual agregaría de personas que puedan trabajar en sus propios países en condiciones decentes y que si migran internamente o hacia el exterior, van a ver respetada su dignidad.
El próximo abril, en Panamá, la cooperación interamericana enfrenta el reto de reinventarse para enfrentar su principal desafío del siglo XXI: poner a la gente primero.